
Néstor Morales T. (*)
12 jóvenes estudiantes secundarios fueron formalizados por la Fiscalía Oriente Providencia-Ñuñoa por la usurpación no violenta del Liceo José Victorino Lastarria el pasado 21 de mayo. De momento, los jóvenes que intentaron una toma pacífica del establecimiento en el marco de las movilizaciones nacionales de secundarios están a la espera de los respectivos exámenes psicológicos que determinarán su grado de discernimiento.
La pregunta que cabe de inmediato es si se trata de una mala broma o de una real contradicción vital de nuestro sistema social y político. Me explico. Por una parte fuimos testigos de una de las más organizadas y maduras muestras de presión social que se han realizado en nuestro país desde hace por lo menos diez años (quizás el último antecedente fueron las tomas y protestas universitarias del ’96 y ’97) la que protagonizaron estudiantes de educación media a lo largo de todo Chile. Por otra, hoy vemos acusaciones de usurpación y conductas delictuales hacia lo que todos presenciamos como manifestación pacífica, como fue la toma del Lastarria.
El alcalde de Providencia, determinó entonces la aplicación de la Ley y ojalá de la fuerza policial para el desalojo del establecimiento. Rigor obliga, tratando de emular esos antiguos buenos años para el ex uniformado Labbé en el que la consigna era cortar el pelo a la fuerza y gritonear a los jóvenes que al colegio y a la universidad se iba a estudiar y no a hacer política. Tiro por la culata, los estudiantes doblaron la mano, ni por la fuerza, ni por la razón, sino a través de la emoción de su movimiento y el convencimiento social y apoyo transversal a sus peticiones y necesidades. Prueba de lo anterior, la instalación de una Comisión Presidencial para la Reforma a la Educación, el compromiso de la Presidenta de la República en la mejora al sistema y en el asentamiento del tema educativo en la dermis social, política y económica de nuestro país.
Hoy, 12 de esos jóvenes son procesados como presuntos autores de usurpación forzada, delito contra la propiedad, y son enviados a examen psicológico de discernimiento, he ahí, la contradicción vital o paradoja a la que la Justicia Social se ve enfrentada: Debe probarse por medios periciales que 12 de estos jóvenes secundarios que llevaron adelante una de las más organizadas manifestaciones cívicas contra un sistema educacional caótico y en crisis y que, consiguen convencer a un país de que sus demandas son justas y al gobierno de que estas demandas eran viables de resolver.
Siento que el discernimiento de estos jóvenes estudiantes está probado, pero también está probado el buen juicio de ellos, su buena disposición a trabajar por ideales y por reformas concretas, una firme convicción que se puede ser ciudadano de este país aún careciendo de garantías y derechos como sucede con los menores de 18 años que, sin posibilidad de participar en instancias de decisión, ni siquiera en organizaciones juveniles, tienen el mayor índice de participación social, política y solidaria, han probado además que se pueden cambiar las cosas a través de la sana presión social, que se puede estar de acuerdo con formas revolucionarias que no implican la violencia (la separación del movimiento secundario con los hampones que destruían y agredían fue clarea desde el rpimer momento y lentamente decayó para bien de todos), que se puede dejar en evidencia que la violencia irrestricta como respuesta a la manifestación del pueblo tiene consecuencias en el brazo armado de la Ley (renuncia de carabineros por malos tratos a estudiantes), en fin. La prueba está, la paradoja es que con ella en frente nuestro pensamos en utilizarla en perjuicio de quienes buscaban impacientes que la vida cambie. Esta paradoja, esta contradicción vital de la justicia debe ponernos alerta contra las conservadoras formas del despotismo y del disolvente social que es la falta de diálogo.
Hoy nos toca a nosotros, los que por edad o ánimo, o por todas esas inexcusables razones no marchamos junto con los secundarios hace unos meses atrás. Nos toca estar atentos para contener al Leviatán que a veces no reflexiona solidariamente, como el mercado a secas, y queda entregado a la sociedad poner las barreras para la aplicación de la seguridad, única vía para la vida en libertad, esa me parece que es la forma de escapara de la paradoja y la contradicción vital y acercarnos poco a poco a lugares mejores de igualdad y verdadera justicia.
(*) Coordinador Los Verdes PRSD
Presidente Pública ONG
12 jóvenes estudiantes secundarios fueron formalizados por la Fiscalía Oriente Providencia-Ñuñoa por la usurpación no violenta del Liceo José Victorino Lastarria el pasado 21 de mayo. De momento, los jóvenes que intentaron una toma pacífica del establecimiento en el marco de las movilizaciones nacionales de secundarios están a la espera de los respectivos exámenes psicológicos que determinarán su grado de discernimiento.
La pregunta que cabe de inmediato es si se trata de una mala broma o de una real contradicción vital de nuestro sistema social y político. Me explico. Por una parte fuimos testigos de una de las más organizadas y maduras muestras de presión social que se han realizado en nuestro país desde hace por lo menos diez años (quizás el último antecedente fueron las tomas y protestas universitarias del ’96 y ’97) la que protagonizaron estudiantes de educación media a lo largo de todo Chile. Por otra, hoy vemos acusaciones de usurpación y conductas delictuales hacia lo que todos presenciamos como manifestación pacífica, como fue la toma del Lastarria.
El alcalde de Providencia, determinó entonces la aplicación de la Ley y ojalá de la fuerza policial para el desalojo del establecimiento. Rigor obliga, tratando de emular esos antiguos buenos años para el ex uniformado Labbé en el que la consigna era cortar el pelo a la fuerza y gritonear a los jóvenes que al colegio y a la universidad se iba a estudiar y no a hacer política. Tiro por la culata, los estudiantes doblaron la mano, ni por la fuerza, ni por la razón, sino a través de la emoción de su movimiento y el convencimiento social y apoyo transversal a sus peticiones y necesidades. Prueba de lo anterior, la instalación de una Comisión Presidencial para la Reforma a la Educación, el compromiso de la Presidenta de la República en la mejora al sistema y en el asentamiento del tema educativo en la dermis social, política y económica de nuestro país.
Hoy, 12 de esos jóvenes son procesados como presuntos autores de usurpación forzada, delito contra la propiedad, y son enviados a examen psicológico de discernimiento, he ahí, la contradicción vital o paradoja a la que la Justicia Social se ve enfrentada: Debe probarse por medios periciales que 12 de estos jóvenes secundarios que llevaron adelante una de las más organizadas manifestaciones cívicas contra un sistema educacional caótico y en crisis y que, consiguen convencer a un país de que sus demandas son justas y al gobierno de que estas demandas eran viables de resolver.
Siento que el discernimiento de estos jóvenes estudiantes está probado, pero también está probado el buen juicio de ellos, su buena disposición a trabajar por ideales y por reformas concretas, una firme convicción que se puede ser ciudadano de este país aún careciendo de garantías y derechos como sucede con los menores de 18 años que, sin posibilidad de participar en instancias de decisión, ni siquiera en organizaciones juveniles, tienen el mayor índice de participación social, política y solidaria, han probado además que se pueden cambiar las cosas a través de la sana presión social, que se puede estar de acuerdo con formas revolucionarias que no implican la violencia (la separación del movimiento secundario con los hampones que destruían y agredían fue clarea desde el rpimer momento y lentamente decayó para bien de todos), que se puede dejar en evidencia que la violencia irrestricta como respuesta a la manifestación del pueblo tiene consecuencias en el brazo armado de la Ley (renuncia de carabineros por malos tratos a estudiantes), en fin. La prueba está, la paradoja es que con ella en frente nuestro pensamos en utilizarla en perjuicio de quienes buscaban impacientes que la vida cambie. Esta paradoja, esta contradicción vital de la justicia debe ponernos alerta contra las conservadoras formas del despotismo y del disolvente social que es la falta de diálogo.
Hoy nos toca a nosotros, los que por edad o ánimo, o por todas esas inexcusables razones no marchamos junto con los secundarios hace unos meses atrás. Nos toca estar atentos para contener al Leviatán que a veces no reflexiona solidariamente, como el mercado a secas, y queda entregado a la sociedad poner las barreras para la aplicación de la seguridad, única vía para la vida en libertad, esa me parece que es la forma de escapara de la paradoja y la contradicción vital y acercarnos poco a poco a lugares mejores de igualdad y verdadera justicia.
(*) Coordinador Los Verdes PRSD
Presidente Pública ONG
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