miércoles, junio 17, 2009

La elección anti-ideológica de Europa

Raphaël Hadas-Lebel
En cada uno de los 27 estados de la Unión Europea, la campaña para las elecciones que acaban de concluir para el Parlamento Europeo se produjo en una atmósfera de indiferencia, donde votantes, candidatos y medios se centraron básicamente en cuestiones domésticas. Quizá precisamente por esa razón, la tasa de abstención (un promedio del 57%), fue la más alta desde la primera votación en 1979, mientras que la composición del Parlamento, con su mayoría de derecha, no sufrió ningún cambio significativo.
Tras las elecciones de 2004, el Partido Popular Europeo (PPE), que reagrupa a partidos de derecha y centro-derecha, tenía 288 bancas de las 785 del Parlamento. En 2009, sigue siendo la primera fuerza en el nuevo parlamento, con 267 diputados de un total de 736: la reducción en la cantidad de miembros también se debe al compromiso expreso de los Conservadores británicos y al partido de derecha checo de renunciar al PPE y crear su propio partido, con una línea de derecha más fuerte. Eso abre el camino al posible retorno para un segundo mandato de José Manuel Barroso como presidente de la Comisión.
Esta situación es paradójica, ya que Europa está experimentando una de las peores crisis económicas en su historia, con una caída del empleo y de los niveles de vida y una creciente preocupación sobre el futuro. Uno podría haber pensado que la extrema derecha iba a ser castigada en los países donde gobierna. Pero esa amenaza no se materializó. Los últimos resultados, de hecho, demuestran exactamente lo contrario -en Francia, Italia, Polonia, Dinamarca y hasta Alemania, donde la UDC había ganado un gran número de representantes en las elecciones de 2004. Donde la derecha está en la oposición, como en España y Portugal, mejoró su posición.
Por otra parte, el Partido Socialista perdió apoyo en casi todas partes, especialmente en aquellos países -España, Portugal, Hungría y Holanda- donde está en el poder. El Partido Socialista Europeo (PSE), que tenía 215 diputados en el antiguo parlamento, sólo aseguró 160 bancas. En Francia y Dinamarca, donde el Partido Socialista está en la oposición, no le fue mejor. La única excepción es Grecia. En Francia, el Partido Socialista está prácticamente superado en número por Europe Ecologie, una coalición verde reunida por el carismático Daniel Cohn-Bendit.
Los liberales siguen siendo la tercera fuerza del Parlamento Europeo, con alrededor de 80 diputados, menos que sus 100 miembros anteriores. Los Verdes parecen ser los principales beneficiarios de las elecciones y se han convertido en la cuarta fuerza: contarán con 55 bancas, un incremento de más de 10 bancas.
Los partidos extremos también se beneficiaron con las elecciones, al igual que algunos partidos "euroescépticos". En Francia, el partido de Jean-Marie Le Pen ha resultado sustancialmente debilitado, pero en Holanda, el partido anti-Islam liderado por Geert Wilders ganó 17% de los votos, mientras que en Austria, Dinamarca, Hungría, Eslovaquia y hasta en el Reino Unido, a la extrema derecha le fue mejor de lo esperado. De hecho, el Partido Nacional Británico de extrema derecha ganó su primera banca de la historia. Pero quienes se preocupan por el aumento del extremismo en Europa deberían tomar aliento del hecho de que existen muchas diferencias de opinión entre estos partidos.
La predominancia de la derecha en el futuro Parlamento Europeo exige cierta explicación. La razón principal podrían ser la mala fortuna de los partidos social-demócratas, que ahora encabezan sólo ocho gobiernos en la UE, a pesar de sus esfuerzos desde 2000 por minimizar su menguante influencia dentro de su electorado tradicional -obreros y empleados administrativos del sector público, gerente medios y empleados públicos.
Esto es válido para los grandes partidos social-demócratas del norte de Europa (Dinamarca y Suecia), pero también para los partidos que intentaron "modernizarse" combinando socialismo y liberalismo (el Reino Unido y España) y hasta para los partidos socialistas más tradicionales de Europa (Bélgica y Francia), a los que, a pesar de haber tenido triunfos locales, les ha resultado difícil recuperar el poder nacional. Mientras tanto, aquellos partidos que pretenden desplazarse hacia la izquierda, como Die Linke en Alemania, corren el riesgo de verse abrumados por la izquierda anticapitalista radical.
Todo da la sensación de que, frente a una crisis que cuestiona décadas de capitalismo impulsado por las finanzas y el dominio de la ideología de libre mercado, y a pesar de las expectativas generalizadas de un resurgimiento del estado benefactor, el ideal social-demócrata no ha logrado convencer a una mayoría de europeos de que puede ofrecer soluciones efectivas. De hecho, cuando se trata de pilotear una crisis profunda y compleja, los votantes europeos tienden a preferir la experiencia de los políticos conservadores.
Esto es más destacable en un momento en que los gobiernos de derecha abrazan la regulación y hasta la intervención estatal -los pilares de las ideologías izquierdistas-. Al mismo tiempo, un reclamo de transparencia y un cuidado por la ecología están creciendo entre las generaciones más jóvenes de toda Europa, lo que explica el progreso del voto verde en muchos países.
En resumen, la crisis económica global ha desestabilizado las divisiones ideológicas que durante mucho tiempo definieron la escena política europea y ha creado nuevas líneas divisorias. Estos nuevos abismos podrían ser el resultado más importante a largo plazo de las elecciones del Parlamento Europeo.
Raphaël Hadas-Lebel, autor de Hundred and One Words about the French Democracy (Ciento una palabras sobre la democracia francesa), es miembro del Consejo de Estado y profesor del Instituto de Estudios Políticos en París.

lunes, agosto 04, 2008

Comerse el mundo

Daniel Innerarity*
Pocas sentencias han quedado tan anticuadas y en tan poco tiempo como aquella célebre de Bertolt Brecht según la cual “primero es el comer y luego viene la moral”. La pronuncia uno de los protagonistas de su Ópera de los tres centavos, en la canción ¿De qué vive el hombre?, a la que puso música Kurt Weil y que fue estrenada en 1928. En ella retrata las típicas hipocresías que fueron el objeto predilecto de sus denuncias. En este caso, una mafia de mendigos en el Soho londinense del siglo XVIII, que trataba de aprovecharse de la compasión de los paseantes. Esta afirmación tiene pleno sentido en el contexto de criticar la doble moral; al contraponer las necesidades fundamentales y los deberes de la conciencia, la urgencia de sobrevivir y el lujo de las sutilezas morales, sitúa el discurso moral en su suelo vital al que necesariamente remite. La moral no debe servir para hacer la vida imposible.
Reconozcamos que Brecht es un autor fascinante para obtener una imagen del mundo en el que esté claro dónde se encuentra el bien y dónde el mal; tiene toda la razón que le falta al capitalismo, pero hace agua cuando la complejidad exige ir más allá del anti capitalismo elemental y la crítica requiere mayor sutileza. En cualquier caso, uno siempre puede reconfortarse con sentencias tan elementales como la de “¿qué delito es el robo de un banco comparado con el hecho de fundar uno?”, también de la misma ópera.
Pero el anacronismo de esta frase está en otro registro. Su autor no pudo saber que un día casi toda la ética fuera a caber en la cesta de la compra y que la justicia alimentaria pudiera simbolizar todas nuestras preocupaciones en torno a la justicia en general. Hoy la moral parece haberse desplazado desde el dormitorio hasta el comedor. La moral ya no viene después del comer sino al mismo tiempo. La food justice se ha convertido hoy en un espacio en el que confluyen todas las exigencias morales. La comida es un ámbito de obligaciones especialmente intensas, respecto de nosotros mismos, de los demás, la naturaleza o los animales. Comer no es un acto privado, ética y políticamente irrelevante, sino una práctica cotidiana en la que el mundo se juega su destino, lo configuramos o lo destruimos, en la que literalmente nos comemos el mundo. Pensemos en el hecho de que con una metáfora alimentaria (la macdonalización) solemos referirnos al malestar ante la globalización. Con nuestra decisión acerca de qué comer, decidimos también cómo queremos vivir e incluso en qué clase de mundo queremos vivir.
En la justicia alimentaria se concentra buena parte de nuestros principales dilemas éticos y políticos: los problemas de la alimentación presente y futura de una creciente población mundial teniendo en cuenta la sobrecarga ecológica del planeta; la discusión en torno a las posibilidades de suprimir el hambre en el mundo mediante los transgénicos, con sus riesgos inherentes; el número creciente de personas que se alimentan de una manera insana, también y especialmente en el mundo más desarrollado. Se extiende la exigencia de una agricultura sostenible, de una política alimentaria respetuosa con los derechos humanos; coinciden en el tiempo las exigencias de justicia económica global y el desarrollo de una ética del consumo, lo que podría estar anunciando una nueva convergencia entre el gusto y la justicia.
El desarrollo económico que ha tenido lugar desde la segunda mitad del siglo XX ha conducido a una extensión social del bienestar anteriormente inimaginable. Por primera vez en la historia, gracias a la producción segura de alimentos y a su provisión en el mercado, una gran cantidad de consumidores de los países ricos dispone de los presupuestos materiales necesarios para poder comer lo que quiera. En las estanterías de cualquier gran supermercado está a nuestra disposición una enorme cantidad de productos a precios asequibles. La cuestión es quién vive en ese paraíso: nosotros los consumidores de los países ricos. Esa particularidad nos obliga a formular principios éticos en orden a la universalización de los bienes y nos sitúa frente a las contradicciones del mundo actual en lo que se refiere a las posibilidades y las realidades de la alimentación.
¿Es posible alimentarse mejor de lo que lo hacemos? ¿Cómo deberíamos comer y qué hábitos alimentarios deberíamos cambiar de modo que todos se pudieran alimentar bien?
En las relaciones que se establecen como consecuencia de la alimentación comparecen asuntos que tienen una fuerte dimensión de justicia, como la producción y provisión de alimentos. Pero el asunto se amplía con la progresiva toma de conciencia de que el consumidor está igualmente obligado a examinar su conducta de acuerdo con criterios de justicia. También el que come debe tomar en consideración el valor de justicia de lo que come, si está producido con equidad, si daña el medio ambiente, si pone en peligro su propia salud y se convierte por ello en una carga para otros, si lo hace responsablemente examinando sus consecuencias globales… Ahora bien, ¿cuáles son las posibilidades del ciudadano, del sujeto particular, del consumidor, en orden a modificar las injusticias globales en materia de alimentación? Mejorar el estado de la alimentación mundial no está al alcance de uno solo, por supuesto, pero tampoco de los grandes poderes; las autoridades políticas y económicas no pueden nada sin los seres humanos, sin los consumidores y sus microdecisiones cotidianas.
La clave está en la fuerza transformadora de los estilos de vida. La renuncia a consumir no es una estrategia practicable de sostenibilidad. Lo que se reclama cada vez con más fuerza es una modificación de nuestro estilo de vida. En el debate sobre desarrollo sostenible los consumidores ocupan ahora un lugar central; son considerados como verdaderos motores de todo cambio estructural en la medida en que tienen la posibilidad de “hacer política con el carro de la compra”. Andoni Luis Aduriz nos daba recientemente algunas pistas en estas mismas páginas.
La relevancia de la alimentación en orden a la sostenibilidad es manifiesta: según las estimaciones aceptadas, entre un 30% y un 40% de los problemas medioambientales son debidos directa o indirectamente al comportamiento dominante en el consumo. Una gran relevancia para la salud y el medio ambiente tiene, por ejemplo, el elevado consumo de carne; el uso de productos congelados también plantea graves efectos sobre la sostenibilidad; muchas enfermedades y alergias se deben a una mala alimentación, especialmente las que están vinculadas al sobrepeso. La alimentación sostenible tiene una clara dimensión ecológica. Podría mencionarse a este respecto la compra de alimentos con criterios de regionalidad, trazabilidad y estacionalidad. De este modo, por ejemplo, se minimiza el transporte y se fortalecen los circuitos económicos regionales.
Sabemos, por otro lado, que una cuarta parte de las basuras domésticas tienen su origen en el empaquetamiento de los alimentos. Los envases reciclables o los productos con poco envoltorio contribuyen a disminuir notablemente la cantidad de basura y el uso de energía.
Existe por tanto un contrapoder de los sujetos que es preciso activar mediante la información, los incentivos y las sanciones fiscales. Del mismo modo que la política requiere de los ciudadanos para su legitimación y la economía depende en última instancia del comportamiento de los accionistas y consumidores, las prácticas cotidianas de la comida actúan sobre las relaciones de poder que constituyen el complejo mundo de la alimentación (y, por añadidura, el mundo en general). Dentro de los espacios de juego existentes, nuestra libertad de determinar qué y cómo comemos establece límites reales a la industria y a la política.
Las costumbres alimenticias permiten al individuo configurar el tipo de vida que desea para sí y modificar su relación con el mundo. Cada uno de nosotros, en el ámbito de su conducta alimentaria, puede llevar a cabo una mejora del mundo, inapreciable pero insustituible. Comer es hoy un acto político global, una verdadera conspiración revolucionaria. Nuestras decisiones cotidianas en esta materia configuran el mundo, para bien o para mal. Brecht no hubiera formulado aquella simplificadora oposición de haber sabido que, actualmente, el comer se ha convertido en un asunto moral, en una cuestión de ciudadanía.

*Profesor de Filosofía en la Universidad de Zaragoza.

Vigilantes nucleares

Bennett Ramberg*

En este mismo mes hace cuarenta años, más de 50 naciones se reunían en el Salón Este de la Casa Blanca para firmar el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares. En sus memorias, el presidente norteamericano Lyndon B. Johnson lo llamó “el paso más importante que habíamos tomado hasta entonces para reducir la posibilidad de una guerra nuclear”.
Hoy, con el beneficio del tiempo, podemos evaluar si el acuerdo verdaderamente marca el “punto de inflexión histórico” al que aspiraba el presidente Johnson. La evidencia sugiere que si bien las represas del pacto en gran medida resistieron, se produjeron varias filtraciones, lo que instó a los vigilantes nucleares a aplicar la fuerza cuando concluyeron que la diplomacia no lograría frenar la propagación de la Bomba. Todavía no resulta claro si este comportamiento es un presagio o no para el futuro, pero plantea un espectro permanente dado el fracaso del TNP a la hora de incluir un mecanismo de aplicación efectivo.
Hay algo que no está en duda: el TNP es el marco legal para el régimen de no proliferación nuclear hoy firmado y ratificado por todos los países con excepción de tres –India, Pakistán e Israel— y un desertor, Corea del Norte. Los principios del Tratado siguen vigentes: los cinco estados del pacto que admiten tener armas nucleares –Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Rusia y China— prometen eliminar sus arsenales nucleares, y las partes restantes se comprometen a no adquirir armas nucleares a cambio del derecho de desarrollar un poder nuclear civil, con asistencia internacional, sujeto a salvaguardas vinculantes.
Si bien el TNP no es enteramente responsable de la ausencia de decenas de estados con armas nucleares que mucha gente temió que alguna vez pudieran surgir, sí generó un patrón de comportamiento que sigue guiando a la mayoría de los países. Aún así, el acuerdo nunca cumplió su objetivo de desarme. Las cinco potencias nucleares siguen aferradas a sus armas y rinden falsa alabanza a su eliminación. Más perturbador para la paz internacional es que un puñado de firmantes no nucleares hayan hecho alarde del acuerdo en secreto. Cuando quedó al descubierto, su perfidia reveló la capacidad imperfecta del TNP para disuadir, detectar y revertir las estafas nucleares.
Seis casos marcan el engaño más flagrante. En dos oportunidades, Irak pasó por alto las salvaguardas –primero cuando construyó el reactor Osirak y no logró demostrar ante los inspectores una total transparencia ni asegurarles de manera convincente que no usaría la planta para producir plutonio para armamentos y, segundo, cuando estuvo a punto de completar su programa secreto de enriquecimiento antes de la Guerra del Golfo de 1991.
Corea del Norte demostró tener más éxito, al convertirse en el octavo país en detonar un arma nuclear. Al menos otros dos miembros del TNP –Libia y Siria— se involucraron en un subterfugio nuclear importante pero fallaron. Y después está Irán.
Igualmente perturbadora ha sido la incapacidad de las salvaguardas de la Agencia Internacional de Energía Atómica para detectar estas violaciones. Solamente en un caso, Corea del Norte, la AIEA tuvo éxito. En Irán, fue un grupo disidente, y no la AIEA, el que hizo la denuncia.
La falta de confianza en el cumplimiento del Tratado inspiró tres instancias de vigilantismo militar: el ataque de Israel en Osirak en 1981, su ataque al sitio sospechoso de Siria en 2007 y la invasión de Washington a Irak en 2003. Lo que vino después fueron resultados mixtos. La destrucción de Osirak inspiró a Saddam a volver a intentarlo. Estados Unidos se empantanó en Irak. Y, por el momento, el ataque israelí en Siria parece haber eliminado una amenaza potencial.
Para el estado judío, los ataques militares sugirieron otra lección. Un vigilante nuclear podía aplicar la fuerza con impunidad. No hubo ninguna represalia. En otras instancias en las que los países contemplaron lo mismo, no fueron tan sanguíneos. En consecuencia, la Unión Soviética, Estados Unidos, Egipto y la India decidieron que es mejor convivir con las armas nucleares de China, Corea del Norte, Israel y Pakistán, respectivamente, que correr el riesgo de una guerra.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que sigue siendo el supervisor del TNP, podría encarar mejor los brotes de proliferación y la compulsión de algunos a resolver las cosas por mano propia si se invistiera a sí mismo de una autoridad predeterminada para frenar prontamente a los estafadores como sea. El resultado haría que el posible violador del tratado lo pensara dos veces antes de hacerlo. Pero las divisiones políticas entre los miembros permanentes del Consejo harían improbable que se cumpliera este objetivo.
Esto deja sólo dos opciones para afianzar los objetivos del TNP. Primero, hay una diplomacia ad hoc, que logró eliminar el programa nuclear de Libia y cerrar el reactor de producción de armas nucleares de Corea del Norte. Pero la diplomacia toma tiempo –mucho tiempo— y no existe ninguna garantía de que vaya a tener éxito. Para los estados que creen que el tiempo simplemente mejorará la capacidad de un adversario letal de conseguir la Bomba –la preocupación actual de Israel sobre Irán—, sólo queda el vigilantismo.



*Fue integrante de la Oficina de Asuntos Político—Militares de la administración de George H.W. Bush. Es autor de varios libros sobre seguridad internacional.

Hacia un New Deal ecológico

El activismo local es una contribución importante a la lucha por un planeta justo y sostenible, pero la magnitud de la crisis climática es tal que a largo plazo solamente los compromisos legales vinculantes pueden significar un cambio. Necesitamos de un nuevo keynesianismo para el medio ambiente.
Susan George nació en los Estados Unidos, pero actualmente vive en París, donde esta entrevista tuvo lugar en febrero del 2008. Desde hace más de 30 años George ha sido una importante analista y activista contra la desigualdad social. Es co-fundadora, afiliada y ahora también miembro del consejo del Instituto Transnacional (Transnational Institute) de Ámsterdam, una sociedad descentralizada de académicos de todo el mundo cuya tarea es contribuir a la justicia social, luchando activamente por ello en la sociedad civil de sus respectivos países. Entre 1999 y mediados del 2006 George fue vicepresidenta de ATTAC (Asociación para la Tasación de las Transacciones y por la Ayuda a los Ciudadanos) en Francia y recientemente ha sido nombrada presidenta honoraria de ATTAC-Francia. Su trabajo se centra actualmente en varios aspectos de la globalización neoliberal en el hemisferio Sur, pero también en Europa y en los Estados Unidos. Participó en la campaña contra el Acuerdo Multilateral para la Ia Inversión (MIA en sus siglas inglesas) y también en la campaña para democratizar la Organización Mundial del Comercio (OMC), así como en el movimiento GATS-Zonas Libres, al cual pertenecen ahora más de 1.500 ayuntamientos de toda Europa. George es la autora de más de una docena de libros, incluyendo How the Other Half Dies: The Real Reasons For World Hunger [Cómo muere la otra mitad: las verdaderas razones de la hambruna mundial] (Penguin, 1976), Faith and Credit: The World Bank's Secular Empire [Fe y crédito: el imperio secular del Banco Mundial] (Penguin, 1994), and Another World Is Possible, If… [Otro mundo es posible, si...] (Verso, 2004). Sus más recientes libros son We the peoples of Europe [Nosotros, los pueblos de Europa](Pluto, 2008) y Hijacking America: How the Religious and Secular Right Changed What Americans Think [Secuestrando Norteamérica: cómo la derecha religiosa y secular cambió lo que los norteamericanos piensan](Polity Press, 2008).
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Ashley Dawson: Empecemos hablando de la idea de un nuevo keynesianismo medioambiental que has propuesto en una conferencia patrocinada por el International Forum on Globalization el pasado mes de septiembre. ¿Cómo los últimos desarrollos en la economía, particularmente en el estallido de la burbuja inmobiliaria en los EE.UU. y la crisis que le siguió en el sistema financiero mundial, han dado forma a tu interpretación de las posibilidades y obstáculos a los que se enfrenta el movimiento por la justicia mundial?
Susan George: Lo que está ocurriendo ahora confirma lo que dije allí entonces. Incluso mientras escribía mi intervención, se me hacía evidente que la crisis de las hipotecas sub-prime no iba a terminar simplemente ahí. Es más, habían ramificaciones que lo hacían evidente mucho antes de que la crisis saltara a las portadas de la prensa. Ya sabía, por ejemplo, que cosas como las obligaciones de deuda colateralizada, los vehículos de inversión estructurada y otras invenciones recientes para hacer parecer deseables y seguras las inversiones no eran sino una farsa. Pues nadie sabía a quién pertenecían estos nuevos vehículos financieros, ni cuánto poseían, y nadie sabía tampoco si estas cosas valían la pena, porque lo cierto es que no había ningún mercado para ellos. Estas inversiones cortaban en rodajas los diferentes tipos de deudas existentes de hipotecas, de tarjetas de crédito, obligaciones emitidas por las corporaciones, lo que quieras para luego mezclarlos todos juntos. Todos los problemas a lo que conducía este tipo de operaciones se hicieron evidentes en agosto. Así que cuando estaba escribiendo mi intervención pude ver cómo la crisis se aproximaba, y saber que se iba a producir una recesión, si no algo peor.
Ya conoces el viejo cliché de que el carácter del alfabeto chino para “crisis” significa “oportunidad” pero también “peligro”. Pues bien, la idea de mi escrito era considerar cómo salir de una crisis financiera si los instrumentos habituales para hacerlo han sido utilizados hasta un punto que ya no son efectivos. ¿Cómo se consigue? Bueno, si eres [John Maynard] Keynes, te centrarías en el gasto gubernamental, creando miles de empleos, poniendo a la gente a trabajar, reduciendo las tasas de interés, podrías devaluarlas para hacer tus mercancías más atractivas a ojos de los países extranjeros, y también proporcionando ayudas financieras a grupos sociales determinados. Pero en el caso de los EE.UU. de hoy no soy economista, pero no hace falta ser un genio ni Paul Krugman para verlo [el presidente de la Reserva Federal Ben] Bernanke ha reducido espectacularmente las tasas de interés y devaluado el dólar hasta el punto de preguntarse si puede hacer algo más sin causar una enorme cantidad de dolor a su país y al mundo entero, y el país, por su parte, se ha endeudado tanto que ya no puede imprimir más dinero o tomarlo prestado de otras fuentes, puesto que ello contribuiría a la inflación. Otras naciones, incluidos los chinos, que se juegan mucho con lo que pase en los EE.UU., están empezando a entender que lo que realmente les conviene es no tener más dólares en su poder. ¿Y qué haces en un caso como éste?
El único paralelo que puedo ver con esta situación es con la Segunda Guerra Mundial, el período que viví en mi infancia. Fue una época muy inspiradora. No hace falta decir que no era nada divertido que mi padre tuviera que ir a la guerra, pero fue inspiradora en el sentido en que podías sentir que toda la sociedad, todos juntos, arrimaban el hombro. Podía alardear ante mis amigos de escuela que mi padre fuera “hombre de un dólar al año”. Dirigía el departamento aeronáutico de Goodyear en una época en que experimentaban con dirigibles y sacaban adelante todo tipo de innovaciones brillantes, pero también era un “hombre de un dólar al año”, y esto era lo que le proporcionaba realmente prestigio. Era alguien, en otras palabras, responsable de buscar los objetivos de guerra y mantener con ello a la gente a salvo.
Mi idea no es, por supuesto, llevar al país al a la guerra para enfrentarnos a la actual crisis económica, sino impulsar un nuevo keynesianismo para el medioambiente: una llamada a la inversión masiva en la conversión ecológica de la industria, en las energías alternativas, en la manufactura de materiales ligeros para su uso en nuevos vehículos y aviones, en un transporte público limpio y eficiente, en la construcción de una industria verde y retroalimentada, etcétera.
No resulta muy difícil imaginarse un escenario que movilice a la gente. Es relativamente fácil construir una narrativa que englobe y unifique a la población en torno a la crisis medioambiental, sobre el estado del planeta y por qué los Estados Unidos deben mostrar su liderazgo en la lucha contra el calentamiento global, y por qué si no lo hacemos nadie más lo hará. Con una narrativa movilizadora como ésa podríamos repetir lo ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial. En vez de las profundas desigualdades sociales de hoy, las enormes cantidades de dinero acumuladas por unos pocos y el hecho de que ninguno de ellos esté dispuesto a compartirla Bill Gates y Warren Buffett son, después de todo, excepciones entre los actuales multimillonarios egoístas podrías motivar a la gente con sentido del honor, a través de la sensación de competir por algo prestigioso, ligado a la cualidad de liderazgo en materia medioambiental, en línea con la figura de los hombres del dólar al año durante la Segunda Guerra Mundial. Este modelo de nuevo keynesianismo medioambiental nos llevaría a desarrollar mejores ideas para los programas de energía alternativa que están siendo discutidos por los candidatos presidenciales en estos mismos instantes.
AD: ¿Qué opina de la idea de que el activismo medioambiental surge como una de las consecuencias de la carestía, de que sólo en las sociedades que han maltratado a su medio ambiente con la industrialización podemos ver surgir una consciencia ecológica? ¿No es el peligro, entonces, que las turbulencias económicas actuales desvíen la atención de la cada vez más intensa crisis medioambiental subyacente?
SG: No si podemos ayudar a la gente a entender que escapar de la crisis económica y medioambiental es una misma cosa, que se puede salir de una si se presta la debida atención a la otra. También creo que si preguntásemos a las víctimas de las inundaciones y de los huracanes, todas ellas abrumadoramente pobres, también prestarían atención al cambio climático una vez hubieran entendido que su situación proviene y depende de ello. Es más, se trata de un mito romantizar a la gente pobre o las “sociedades primitivas” porque no maltratan al medioambiente como nadie lo ha hecho antes: las cacerías de búfalos de los nativos americanos, la muerte de los grandes mamíferos, la deforestación, eso de que sólo tomaban las frutas que colgaban de las ramas más bajas. Lees a Jared Diamond y te llevas la sensación de una sobreexplotación de los recursos naturales en las sociedades pasadas. Pero su libro Collapse es por otra parte una comparación útil, porque también habla del aislamiento de las élites. Éstas pueden seguir consumiendo después de que los estamentos inferiores de sus sociedades hayan sido golpeados duramente por una crisis medioambiental. Lo que me parece muy cierto hoy, aunque a una escala mucho mayor, mundial, que la de los Mayas o la población de la Isla de Pascua.
También pienso que deberíamos recordar que la gente no es muy exigente, sino más bien modesta en sus sueños y esperanzas. Si se promulga una reforma agraria, la gente se toma muy en serio el cuidado de su tierra. Es no poseer lo necesario lo que les lleva a explotar los recursos naturales hasta sus últimas consecuencias. El campesino tradicional no es quien destroza su propiedad: él selecciona las mejores semillas, se dedica al cultivo diversificado más que al monocultivo que agota el suelo, utiliza diferentes tipos de fertilizantes, etc. Le daré un ejemplo: Sir Albert Howard, ingeniero agrónomo jefe de los británicos en India a comienzos del siglo XX, fue a los pueblos e investigó las técnicas de fertilización tradicionales para luego reintroducirlas en las zonas en las que había desaparecido, obteniendo magníficos resultados. Todo este sinsentido sobre la “Tragedia de los comunes” es sólo cierto cuando no se tiene comunidad: si la comunidad tiene el poder de decidir quién posee qué, el uso [de ese bien] está estrictamente controlado y no se produce el fracaso, como Michael Goldman ha demostrado. Y esto funciona ya se trate de silvicultores indios, mariscadores de Maine o propietarios de reses de la Inglaterra rural del siglo XVII. La condición indispensable para trabajar en la comunidad es que la gente sea capaz de regular los bienes comunales por sí misma.
Acabo de finalizar un artículo sobre el agua y el desarrollo sostenible para la Exposición Internacional que está teniendo lugar en Zaragoza. Entre otras cosas, he descubierto que en Valencia existe un Tribunal de las Aguas (Tribunal de les Aigües) que se ha estado reuniendo cada semana desde hace miles de años. Está compuesto por agricultores y se reúne cada jueves al mediodía para oír sus quejas sobre el riego. Conocen el campo y conocen las técnicas de agricultura y riego. Se escuchan ambas partes de las disputas y se toman decisiones al final. Aquí tenemos un ejemplo de los comunes (commons) (1) en marcha. Por desgracia, este tribunal probablemente desaparecerá, porque el gobierno español está introduciendo una red nacional muy racional de riego por goteo que permite controlar su uso y reduce sustancialmente el consumo de agua subvencionada. Pero el Tribunal de las Aguas es todavía un buen modelo. Mantener a las personas juntas en la comunidad con intereses comunes, sin permitir que los intereses individuales de nadie sean los dominantes, se trata, en todo momento y lugar, de una cuestión central. Todos las sociedades siempre han tratado de conseguir este objetivo, menos nosotros. Nosotros nos hemos limitado a dejar que las cosas vayan a su aire, cada vez más y más desiguales, hasta que la situación explote.
AD: El problema de la reforma agraria nos lleva a la cuestión de las relaciones internacionales y de cómo ocasionar un cambio que sea equitativo a una escala local. ¿Hasta dónde se puede llevar la transformación social empleando el cuerpo de leyes internacional sin intensificar las formas de injusticia, teniendo en cuenta particularmente la historia de tres décadas de (el así llamado) reajuste estructural y neoliberalismo? ¿Crees que tu trabajo para ATTAC puede ofrecernos algún modelo?
SG: La cuestión es que no se puede tener un sistema financiero internacional que sólo contemple la regulación nacional. Acabamos de verlo hace muy poco. Los reguladores franceses se reunieron recientemente y dijeron que Jérôme Kerviel, el agente de bolsa cuya malversación de fondos contribuyó al crash de la Société Générale [principal banco de Francia], era virtualmente invisible para ellos porque estaba comerciando con derivados alemanes y franceses. Así que tienes a un tío en París y a un montón de reguladores franceses en la misma ciudad, pero ninguno de ellos sabe lo que está ocurriendo, como tampoco lo saben los reguladores alemanes. El sistema entero es lo que no funciona. Los reguladores han abandonado su función a las agencias crediticias, las cuales estuvieron tan completamente desinformadas, o fueron tan laxas, que ahora están totalmente desacreditas porque dieron la categoría de triple A a sociedades que emitían obligaciones basura.
Así que sabemos por éste y por otros síntomas que el sistema actual no funciona. También sabemos que los impuestos que se ingresan en los tesoros nacionales vienen de la gente como usted y como yo, esto es, que tienen una dirección fija, a los que el gobierno puede llegar, y que consume en el país. De ahí es de donde viene el dinero, así como de los negocios que están localizados en un sitio en particular. En cambio, la parte de los impuestos pagados por corporaciones transnacionales y por otras empresas de enorme movilidad se ha reducido significativamente. No es algo justo -no lo es en el sentido de la palabra para la mayoría de las personas.
La idea que hay tras ATTAC, y que fue formulada hace diez años tras la crisis financiera asiática y las más de 100 crisis que la precedieron y la siguieron, es muy sencilla. Estas crisis ocurren porque los especuladores piden préstamos en una moneda y los devuelven en otra, obteniendo grandes sumas de dinero con ello. Y siempre son los mismos quienes ganan, y los mismos quienes pierden. Nuestra idea es que hay varios “productos” financieros específicos que se pueden tasar. Se pueden tasar las transacciones monetarias, por ejemplo. Es lo que se denomina Tasa Tobin, a pesar de que nosotros hemos refinado las ideas mucho más de lo que [el profesor de Yale James] Tobin propuso. Esta tasa en las transacciones financieras ha logrado un cierto éxito: Bélgica ha discutido la idea en su parlamento, y su gobierno patrocina un modelo europeo siguiendo una pauta similar; Chirac, Lula, Zapatero y un grupo de otros líderes mundiales la llevaron hasta la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde más de un centenar de países dieron su firma para su apoyo -aunque no lo hicieron los EE.UU., ni el Reino Unido ni otros importantes centros financieros, por supuesto.
Cuando propusimos este modelo de tasación, la cantidad de moneda que circulaba por los mercados financieros se calculaba alrededor de los 1'2 billones de dólares al día. Se trata de mercados enormes, gigantescos. Se ha realizado mucho trabajo técnico sobre cómo implementar una tasa como ésta, y lo que se ha descubierto es que no sería nada difícil. Se trata simplemente de introducir unas líneas de código en el software, de manera que los bancos centrales saben dónde se encuentra su dinero en todo momento, y no se requiere ningún permiso judicial para averiguarlo, porque este sistema está basado en el dinero y no en las jurisdicciones en las que el dinero puede encontrarse. En otras palabras, el argumento de que la Tasa Tobin es técnicamente inviable a pesar de tratarse de una bonita idea es, liso y llano, falso.
Ésa fue una de las principales ideas de ATTAC: una tasa basada en diez puntos básicos, una décima parte de un uno por ciento. Se han hecho varias estimaciones sobre cuánto dinero recaudaría esta tasa, pero está claro que sería una enorme cantidad, sobre todo si tenemos en cuenta que hay 3 billones de dólares en circulación en los mercados financieros. Si le echas un vistazo al Herald Tribune verás que el dólar actualmente se vende alrededor de 1.4647 el euro; nosotros queremos que esté a 1.4646, la décima parte de un céntimo va al bote. Podríamos discutir sobre cómo debería de usarse este dinero. Pero también existen ya modelos para esto. Por ejemplo, existe una agencia en los Estados Unidos que recolecta y distribuye la tasa por vuelos. Esto es lo que hasta ahora han conseguido los esfuerzos de ATTAC: es una victoria simbólica, pero se trata de una tasa internacional, por lo que es un paso en la dirección correcta.
Chirac no tuvo el pulso necesario para firmar una tasa sobre la moneda, así que la propuso sobre la aviación. Si compras un billete de Air France, te informarán del precio del billete y de las tasas. A veces las tasas superan el coste del billete. Pero, vale, la gente que quiere viajar tiene que pagar para poder hacerlo. La agencia de las Naciones Unidas que está recolectando estos fondos los emplea supuestamente para planes para luchar contra la malaria, la tuberculosis y el SIDA. Podríamos discutir cómo debería distribuirse el dinero, claro, ¿pero qué pasa con el país en el que se recolecta ese dinero? ¿Debería un país con el 40% del comercio mundial quedarse con un porcentaje de la tasa o debería enviarlo a los países del hemisferio Sur? Eso es lo que deberíamos de discutir. Pero el punto más importante de todo esto es que podríamos utilizar esta tasa para empezar a equilibrar no sólo las enormes desigualdades que existen entre países, sino también dentro de esos países.
También existe la idea de una tasa unitaria para los beneficios conseguidos por las corporaciones transnacionales. Circula a través de la Tax Justice Network (TNJ) [Red por una Tasa Justa], dirigida por John Christiansen. Christiansen es un ex empleado de la industria bancaria de [la isla de] Jersey, el centro banquero offshore por excelencia, así que sabe cómo funcionan las cosas desde dentro. Por supuesto, las transnacionales están luchando a brazo partido contra las propuestas de la TNJ. Uno de los principales problemas es que todo esto parece tan técnico que la mayoría de la gente ni siquiera puede imaginárselo. Quiero decir, que si menciono a la International Accounting Standards Board (IASB) [Consejo Internacional para el Estabelcimiento de los Estándares de Contabilidad], ya te has dormido antes de que pueda haber terminado la frase. Pero la IASB es un grupo de empresarios que pertenece a Price Waterhouse y otras grandes compañías contables y auditoras que están estableciendo los estándares mundiales de contabilidad. Lo han hecho para Europa y para la Comisión Europea, que ama cualquier cosa que sea de corte neoliberal, y está encantada con la idea de que la zorra sea quien vigile el gallinero. El problema es que sus estándares están establecidos de una manera que no se puede adivinar qué compañía es la que ha generado un beneficio. Se puede informar, simplemente, que viene “del país de procedencia [de la empresa]”, “de toda Europa” o “de toda África”, etcétera. La idea, sin embargo, es que tienes que conocer lo que factura cada corporación en cualquier país en particular, y entonces aplicar un pequeño impuesto unitario. Una vez más, es difícil hacerlo en estas condiciones.
Luego, por supuesto, ATTAC también lucha por la cancelación se la deuda externa de los países pobres. Está campaña lleva en marcha veinte años, incluso mucho antes de que existiera ATTAC. Y luego está la cuestión de los paraísos fiscales, que ha saltado una vez más a la palestra por el escándalo entre Alemania y Lichtenstein. Hay al menos mil personas en Alemania, presidentes de varias corporaciones muy ricos y similares, que han fijado la sede de sus fundaciones en Lichtenstein con el objetivo de evadir impuestos. Se ha producido un enorme escándalo en Alemania: la gente se ha llevado las manos a la cabeza porque un puñado de ricos está evadiendo los impuestos que el ciudadano común está obligado a pagar. Lichtenstein retiene la información y el gobierno alemán tiene que pagar a alguien en Lichtenstein nada menos que 5 millones de euros para conseguir un disco con la información sobre estos evasores de impuestos. Lo que todo esto muestra es que necesitamos deshacernos por completo de los paraísos fiscales.
AD: ¿Existe alguna rama norteamericana de ATTAC?
SG: La gente en Europa me lo pregunta todo el tiempo. Me preguntan: “¿Por qué no ha arraigado en los países anglosajones?”. Yo les respondo que, para empezar, el país es enorme. Y que, además, los Estados Unidos tienen que ponerse al día en muchas cuestiones políticas. Muchísimas personas bienintencionadas están ayudando a los inmigrantes, o haciendo algún tipo de tarea en la ecología, o en cualquier otra cosa progresista, pero por lo general no cooperan entre ellos. Y la gente todavía está muy apegada a las políticas identitarias, las políticas de orientación racial, sexual, religiosa o de género. Este tipo de cosas me aburren hasta decir basta, y además me ponen muy nerviosa. Creo que deberíamos dejar de preguntarnos de una vez por todas quiénes somos y empezar a preguntarnos qué podemos hacer, preferiblemente todos juntos. Pero eso es algo, claro, que no podemos dictar a la gente.
En todo caso, no estoy segura de por qué no hay más consciencia de la desigualdad en los Estados Unidos ni de por qué no existe allí una rama de ATTAC. Recuerdo que se realizó una encuesta en la que se preguntó a los americanos si creían encontrarse en los niveles de ingresos más altos. El 19% contestó que “sí” y un 20% dijo que “no, pero estoy seguro de que lo estaré en los próximos cinco años.” Es aquí donde todas esas teorías sobre género y sexualidad han funcionado a la perfección. Es lo que escribo en mi Informe Lugano [una sátira en la que se propone un programa para mantener a la élite en el poder durante todo el siglo XXI]. En mi falso informe, la comisión que he inventado le explica a la derecha, esos tipos horribles que se reúnen en Davos, cómo pueden hacer que el capitalismo sea invencible a lo largo de todo el siglo XXI. Una de las cosas que deben hacer es financiar todas estas escuelas de pensamiento sobre las diferencias de género y de raza, nativos por aquí y nativos por allá. Financiar todos estos movimientos para que puedan luchar los unos contra los otros y no contra el enemigo. Con esto no quiero decir que esté en contra de la igualdad entre y para los negros y las mujeres y todo lo demás, pero desde el momento en que se dice “iguales ante la ley”, bueno, entonces deberíamos cambiar las leyes y concentrarnos en los verdaderos adversarios sin permitir que el individualismo tome el control de la situación.
AD: ¿Y qué ocurre con Europa? Desde una perspectiva estadounidense, parece que exista un acuerdo que enfatiza el cambio de las ciudades y de los países para hacerlos más sostenibles. Pequeños pasos en un contexto mucho más amplio, es cierto, pero aun así mucho más de lo que vemos a diario en los EE.UU. Me preguntaba si podríamos volver a hablar de la idea de un proyecto keynesiano. ¿Podría llevarse a cabo algo así en Europa?
SG: Bueno, por supuesto. A pesar de que últimamente son muy neoliberales, lo cierto es que nunca han abandonado, al menos en Francia, la noción de inversión pública y servicios públicos. La Comisión Europea está haciendo todo lo que puede para acabar con ello. Éste es uno de los aspectos que el Tratado de Lisboa reforzará en su larga marcha hacia el neoliberalismo y la destrucción de la comunidad y de la cohesión social, asegurándose que todo el mundo tenga que pagar por cada cosa, bienes y servicios. Pero aún así, nunca abandonamos la noción de bien público, aunque muchas de las luchas de ahora están tratando de defender los logros de la década de los treinta y del periodo de posguerra. Todas las luchas que hemos tenidos sobre las pensiones de jubilación, las prácticas de contratación y despido, beneficios laborales y sanitarios, han sido luchas no para conseguir mejorar algo que era lo que ocurría en los 60 y los 70 sino para no retroceder. Creo que este tratado [el Tratado de Lisboa para una nueva versión de la Constitución Europea] es un completo desastre, y la manera en que lo han hecho muestra que no están en absoluto interesados en la democracia. Creo que más bien supone el fin de la democracia. Lo último que deberíamos perder es la esperanza, y aún así... Los franceses y los holandeses votaron contra la constitución neoliberal, así que ahora las élites europeas lo han amañado para que la gente no pueda votarlo. El propio Sarkozy dijo el pasado mes de noviembre que si hubiera un referéndum, el tratado sería rechazado. Así que no han permitido a nadie que vote. De hecho, sólo los irlandeses pueden votar.
¿Y cómo ha sido cocinado? Pues de manera muy legal. Para aplicar un nuevo tratado en Francia se tiene que cambiar la constitución, algo que se decía hasta que a principios de mes Francia participó en la UE bajo los términos del tratado en tal y tal fecha. Ahora dicen: “bajo los términos del Tratado de Lisboa.” Para cambiar la constitución, todos los senadores y diputados tienen que alcanzar el consenso. Así que se fueron a Versalles, les ofrecieron probablemente una buena comida y, con el estómago lleno, votaron. Pero se necesitan las tres quintas partes para obtener una mayoría simple y modificar la constitución. Podríamos haberla ganado, pero los malditos socialistas, que son unos blandos, dijeron que se abstendrían. Algunos votaron que “sí”, pues ya estaban a favor del tratado -les tengo más respeto a ellos que a los que se abstuvieron. Y algunos votaron “no”, los mismos que estuvieron contra la constitución neoliberal hace un año y medio. Al final Sarkozy obtuvo su mayoría simple, y entonces pudo decidir si sometería la aprobación del tratado a una votación parlamentaria o por referéndum popular. Y ni que decir tiene que no optó por esto último. Fueron los socialistas los que nos hicieron perder una oportunidad, una vez más.
Fuimos a Versalles para manifestarnos en contra, pero los medios de comunicación no nos prestaron mucha atención, a excepción de algunos comentarios maliciosos aquí y allá. Verá, los medios de comunicación estuvieron a favor de la constitución en el 2005, así que quedaron tan desacreditados con el voto negativo como lo quedaron las élites y los socialistas que estuvieron a favor del “sí” a la constitución en el 2005. Un 55% de la ciudadanía votó “no”, y su victoria se les hizo intolerable. A nuestros dirigentes no les importa nada la democracia. Después de que franceses y holandeses emitieran su voto hace dos años, el vicepresidente de la comisión, un neoliberal alemán llamado Gunter Verheugen, declaró: “No deberíamos ceder ante el chantaje.” ¿Esta es su idea de soberanía popular? ¿Chantaje?
Fui invitada como comensal “radical” a una comida en Bruselas organizada por Etienne Davignon y Viscount Davignon. Era su 75 aniversario. Se suponía que teníamos que hablar de Europa durante los intervalos entre la sopa de marisco y el siguiente plato, y mi pequeño grupo incluyó a la ex-presidenta de Letonia. Dijo que fue presidenta durante dos legislaturas y que tenía se tenía que comprender de una vez que la política es un métier, un trabajo que la gente que conduce trenes o trabaja en hospitales o haciendo pan, o cualquier otra cosa prosaica, no puede entender. No están preparados para tomar esas decisiones. Es mucho mejor dejar que esas decisiones las tomen, según ella, las personas que saben verdaderamente cómo hacerlo. Ella misma ha estado viviendo en Canadá la mayor parte de su vida, así que no puede decirse que no sepa lo que es la democracia. Se trata más bien de la idea de que la gente normal debería dejar la toma de decisiones a las élites.
En consecuencia, tengo una perspectiva muy pesimista sobre lo que está ocurriendo ahora mismo en Europa. Estoy escribiendo un artículo para Red Pepper (2) sobre Tony Blair como presidente de la Comisión. Es la persona idónea para el cargo: está en contra del sector público y se desentendió de la carta de derechos fundamentales adjunta al tratado, una carta ya de por sí muy tibia que nada tiene que ver con los estándares de la constitución francesa u otras constituciones nacionales. La cuestión es que por endeble que sea, uno siempre puede dejar la parte social de la constitución a un lado. Lo que quiere decir que es el libre mercado, la competición libre y perfecta y el movimiento sin trabas de capitales, bienes, servicios y personas lo que importa. Y en el momento en que se consiguen los derechos, uno siempre puede desentenderse de ellos. Eso es lo que ha estado haciendo Tony Blair, y por ello resulta perfecto para el cargo. Seguro que está muy feliz con las perspectivas de que la OTAN se convierta en la base de la defensa europea y nos obligue a un mayor gasto militar.
AD: ¿Qué puedes decirnos sobre la noción, avanzada por algunos, de que las nuevas formas de producción energética van a ser localizadas y van a jugar un importante papel en el fomento de nuevas y más responsables formas de democracia? Si resulta complicado hacerlo a un nivel nacional y, como acabas de describir, a un nivel transnacional como el de la Unión Europea, ¿cómo hacerlo a un nivel local, municipal?
SG: Este tipo de iniciativas son buenas. Yo estoy a favor de remunicipalizar la economía. Es una ventaja, por ejemplo, poder comprar la comida en el propio municipio. Pero pienso que es una ilusión, y una peligrosa, pensar que cambiando nuestro comportamiento lo cambiamos todo. Esto no es simplemente cierto. Es una cuestión de escala. Si pudiéramos hacer que todos los europeos cambiasen sus bombillas en un corto periodo de tiempo, lo cual ya sería una tarea colosal, no habría muchas diferencias. No deberíamos permitir que la gente piense que sólo por consumir otros tipos de productos van a cambiar el mundo. Estoy a favor del comercio justo, pero todo se reduce ahora mismo una cuestión de escala. El cambio local es una de las escalas, y a veces algunas de estas cosas pueden ir expandiéndose y aumentando, pero lo que realmente necesitamos es pensar en términos de grandes ciclos.
Siempre soy muy cuidadosa y procuro no desanimar a la gente a que se implique, sea cual sea el nivel al que lo haga. La vida es muy larga y a veces puede empezarse a nivel local. Por ejemplo, si participas en una cooperativa de consumo, eso es un avance. Cosas como ésa son buenas. Luego, a veces, cuando ya no tienes que cuidar de tres hijos, como por ejemplo me ocurrió a mí, puedes ir más lejos en tu esfuerzo. Así es como aprendes y, a veces, como ganas, y por ello es tan importante hacerlo. Así que no estoy desechando sin más este tipo de iniciativas.
Pero si pensamos seriamente en la magnitud de estos problemas, entonces tenemos que tomar un punto de vista mucho más amplio, desde Júpiter o similar, si me permite la ironía. Tiene que hacerse mediante cambios legislativos, a través de algo que sea vinculante. Y por descontado, los incentivos económicos pueden ser una parte de ello, ¿pero cómo conseguirlos? Estos se consiguen mediante la ley, con el gobierno diciendo, al menos al comienzo, que subvencionarán la energía solar, la que proviene de corrientes marinas, la biomasa, etcétera. Y eso significa que tiene que haber más democracia, porque hay que buscar la manera de que la gente participe en estos programas, por eso he mencionado antes el programa Dollar-a-Year. Hay que buscar la manera de implicar a los constructores, por ejemplo. ¿Sabe usted? En el Reino Unido un grupo de constructores ecológicamente responsables le pidió a Tony Blair que estableciera unas normas para la industria de la construcción, porque en aquel momento las técnicas de construcción ecológicas costaban cerca de un 10% más que las tradicionales, incluso si gracias a esas técnicas se podían recuperar los costes en el ahorro de energía en un período de tiempo razonable y desde luego a lo largo de la vida de ese edificio. Blair rechazó la propuesta. Así que hace falta liderazgo a nivel nacional, y la manera de irlo consiguiendo tampoco es tan complicada. Sólo hace falta tasar más lo que queremos que haya menos, y no tasar, sino subvencionar, lo que queremos que haya más.
AD: Ahora nos enfrentamos a un panorama sobrecogedor en términos medioambientales, uno cuya gravedad ni siquiera los científicos parecen haber esclarecido lo suficiente. ¿Cómo podemos evitar el pesimismo mientras escuchamos las noticias sobre cómo se derriten los polos glaciares, se extinguen especies animales en masa, y otras del mismo tono?
SG: Siempre me están preguntando “si soy optimista o pesimista.” Es un clásico. Yo respondo que no me limito en mi trabajo a las categorías de optimismo y pesimismo, excepto quizá por la famosa cita de Gramsci: “optimismo de la voluntad, pesimismo de la inteligencia.” Lo cierto es que no sabemos cómo va a ser el futuro, después de todo, al menos en términos políticos, y nadie debería subestimar al futuro. Siempre digo que la primera cosa que hay que tener es esperanza, que es algo muy diferente al optimismo. Y la segunda cosa es la noción científica de crítica autoorganizada. Es decir, la idea de que hay fases de cambio en los sistemas, y que, en cualquier momento que no podemos predecir, puede cambiar la estructura de un sistema por completo. Ilya Prigogine obtuvo el Premio Nóbel por este descubrimiento en química, y hay varias personas del Instituto de Santa Fe trabajando en esta misma investigación ahora mismo. El ejemplo más simple es el de la pila de arena del cual un grano cae a intervalos regulares: no podemos saber cuándo cederá la estructura y la pila caerá, pero en algún punto un grano modificará enteramente forma de la pila. En algo tan complejo como un sistema social, el cual es un sistema de stocks y flujos, como cualquier otro sistema, como el cuerpo humano, que está interactuando en todo momento con su entorno, resulta imposible saber qué elemento modificará el sistema por completo, ni se puede predecir cuándo mutará el sistema. Es, en una palabra, impredecible.
Por lo tanto, no puede abandonar uno la lucha política con la conciencia limpia. No puedes decir que la situación es tan desesperada que es mejor que tiremos la toalla y nos vayamos a leer novelas o jugar al bridge o lo que sea, porque simplemente nunca sabes si algo de que lo hagas, escribas o digas puede llegar a convertirse en un elemento de cambio del sistema. Hay una manera muy racional de observar el propio rol de uno en la sociedad que no implica ninguna metafísica. A la cuestión de por qué seguimos luchando, mi amigo Teddy Goldsmith siempre contesta: “¿Qué otra cosa se puede hacer sino?” (What else is there to do?). Y creo que tiene razón: ¿Qué otra cosa se puede hacer sino?
NOTAS T: (1) Literalmente, “comunes”. El término se refiere al terreno propiedad del municipio (terreno comunal) que se deja sin edificar para utilizar en actos públicos, competiciones deportivas, comidas al aire libre, etc., que excepto en determinados eventos, no precisa de permiso institucional para su uso En general, recursos y bienes naturales de propiedad común y que no pueden o deben privatizarse o restringirse. (2) Red Pepper es una revista bimensual independiente de actualidad política, equivalente a El Viejo Topo, con la que colabora en el proyecto Eurotopía.



*Presidenta del consejo del Instituto Transnacional (Ámsterdam) y especialista en las distorsiones y desigualdades vinculadas a la mundialización. Norteamericana de origen y residente en París desde hace muchos años, es una de las principales intelectuales del movimiento ATTAC. Su último libro, publicado en francés, es: La Pensée enchaînée: Comment les droites laïque et religieuse se sont emparés de l´Amerique (El pensamiento encadenado: cómo se han hecho con EEUU las derechas laica y religiosa), Fayard, París, 2007.

jueves, julio 03, 2008

Ingrid Betancourt Libre




viernes, junio 27, 2008

Encuesta Conflicto Educación

Encuesta Green Tank, (Think Tank Progresista / Verde) declara: Un 72,3% desaprueba el manejo del Gobierno en el conflicto de la Educación.

Junio de 2008.

Green Tank, grupo progresista formado por independientes pro concertación y ecologistas dio a conocer en una conferencia de prensa, ofrecida por el Director del Grupo, Néstor Morales, los resultados de la Encuesta de Evaluación del Conflicto de la Educación y sus diversos actores, correspondiente a los meses Mayo y Junio de 2008.
La encuesta, desarrollada por la consultora Morales & Asociados es de carácter ad-hoc y forma parte de una serie de sondeos de opinión pública que comienza a desarrollar este grupo de profesionales y estudiantes progresistas y ecologistas con miras a constituir un acervo de opinión pública sobre los temas relevantes que la coyuntura pone en la agenda política.
Se trata de un Estudio de tipo Cuantitativo:
• La muestra es de tipo probabilística con selección aleatoria de hogares y de entrevistados.
• El universo está compuesto por los hogares que disponen de teléfono fijo en las comunas del Gran Santiago.
• La aplicación se lleva a efecto por medio de entrevistas telefónicas.
• El error estimado en +/- 3%

GRUPO OBJETIVO:
- Hombres y Mujeres, mayores de 18 años
- Residentes en las 32 comunas del Gran Santiago.

TAMAÑO DE LA MUESTRA:
• 971 casos
• Distribución equiparada en número por comuna
• Los datos fueron ponderados por ciudad, sexo y NSE, según datos del Censo 2002.

FECHA DE TERRENO:
Entre el 26 de Mayo y el 25 de Junio de 2008.

PRINCIPALES RESULTADOS
· Sólo un 32,3% de los encuestados declara aprobar la conducción de Michelle Bachelet en este conflicto. Mientras, un 54,3% de los encuestados desaprueba su manejo. Sin embargo, un 58,1% de los encuestados sostiene que la Presidenta es Capaz de liderar los cambios que requiere la educación chilena.
· La desconfianza en las capacidades de liderazgo y de manejo aumentan en los encuestados cuando se suma a la Presidenta su equipo de ministros señalando un 72,3% que el Gobierno (Presidenta y Ministros) ha manejado mal el conflicto y sólo un 49,7% cree que el Gobierno es capaz de liderar las reformas.

· Sobre la Ministra de Educación, Mónica Jiménez de la Jara, la percepción de los encuestados es de desaprobación que asciende a un 77,3% y un 41,5% cree que es incapaz de liderar los cambios en la educación.
· La misma encuesta evalúa en forma negativa la actividad de los Ministros de Estado en este conflicto, señalando con la alternativa “Desaprueba” en un 60,5% al Ministro SEGPRES José Antonio Viera Gallo; 54,7% de desaprobación al Ministro del Interior Edmundo Pérez-Yoma y un 70,1 de rechaza a la labor del ministro vocero de Gobierno Francisco Vidal en el conflicto de la educación.
· Al mismo tiempo, los encuestados opinan que la intervención de Piñera en el conflicto es rechazada en un 35,2%. Cuestión que no mejoro respecto de los pactos políticos desaprobando la actuación de la Concertación en un 70,2%, la Alianza un 69,4% y el Juntos Podemos un 70,1%.
· Un 68,4% de los encuestados señalan que el Proyecto de Ley aprobado por la Cámara de Diputados debe aprobarse en el Senado con casi un 18% de intenciones de modificación previo a esta aprobación. Sólo un 16,1 opina que no debe aprobarse el proyecto en ningún caso.
· Al consultárseles si las próximas elecciones municipales contribuirán al mejoramiento de la educación, un 45,9% se mostró en desacuerdo.
· Respecto de los estudiantes, los encuestados evalúan, en general, como Mala o Muy Mala la actitud de éstos en el conflicto (44,2%). Y se les compara negativamente respecto al movimiento estudiantil de 2006, un 55% lo evalúa como Peor o Mucho Peor. Igualmente negativo es el balance que se entrega a la actitud de los Profesores en el conflicto, considerada como Mala o Muy Mala en un 64,4% por la población encuestada.
· Sobre “los elementos que impiden hoy mejorar la educación” la Baja Calidad de los Profesores encabeza la lista (30,4%), seguida por los Bajos Sueldos a los mismos (19,6), y la falta de fiscalización a los sostenedores (20,9%), entre estos elementos el Lucro en la Educación sólo logra un 0,7% de menciones.
· Al poner Nota de 1 a 7 a los actores del conflicto, la mejor es para la Presidenta Bachelet con nota 4,3, seguida por los estudiantes con un 4,1. Luego la lista reprueba a los Ministros con notas que no alcanzan la nota 4 y los grupos políticos más el Colegio de Profesores que no alcanzan siquiera la nota 3.
· Los encuestados dicen ser cercanos (alternativas dadas) en un 18,3% a la Concertación; a la Alianza en un 13,9%; al Juntos Podemos en un 9,8%, a los Partidos Nuevos (PRI- Chile Primero) en un 3,9%; a los Ecologistas en un 4,5%, mientras un 49,6% se declara Independiente.


Equipo Comunicaciones GreenTank

viernes, junio 20, 2008

Violencia Normativa de la UE con los migrantes

A la comunidad Latinoamericana:

El Parlamento Europeo en votación del 18 de junio recién pasado ha aprobado el texto de la Diretciva de Retorno de los migrantes irregulares forzando su salida inmediata de los países de la UE. Esta normativa no garantiza en modo alguno un retorno en condiciones de seguridad y dignidad de las personas migrantes. Muy por el contarrio sólo fortalece medidas de coacción y prisión consideradas urbi et orbi como ilegítimas; además de la prohibición de que los expulsados puedan regresar a la UE, sentándose un precedente negativo para las demás regiones del mundo. Asimismo, el texto es ampliamente lesivo para los menores no acompañados atentando directamente los Derechos del Niño. Esta norma afecta directamente a los latinoamericanos y seguramente lesionará en derecho y dignidad a chilenos en la UE; es menester entonces del Gobierno solicitar la derogación de esta directiva y procurar la no utilización por parte de los países miembros de la UE de normas como ésta que con la excusa de la votación democrática daña gravemente los derechos a de las personas que dice promover y asegurar.En días en que conmemoramos el Día Internacional de los Refugiados (20 de Junio) una iniciativa como ésta significa un grave retroceso en los derechos de las personas y asegura tan sólo la lesión de la dignidad de niñas y niñlos así como de hombres y mujeres que sólo buscan una oportunidad para pasar de condiciones menos humanas a condiciones más humanas en su vida.

Escribe a los parlamentarios, a la Presidenta, influye en tu partido para que nuestro Gobierno pida a la UE derogar esta norma.

Adhieren a este mensaje:
Observatorio DDHH Greentank
Nuevo Progresismo Los Verdes

lunes, junio 16, 2008

Ministra Hornkohl defiende las 4 mil hectáreas agrícolas ante expansión de Santiago

Titular de Agricultura frente a la propuesta de modificación del Plano Regulador Metropolitano. Afirma que Pedro de Valdivia fundó Santiago en las mejores tierras de Chile, que lo proveen de "un huerto" capaz de abastecer a la capital y de ser motor exportador alimentario del país, "lo que debe preservarse". Ministra Hornkohl dice que la propuesta de crecimiento que sugiere el Ministerio de Vivienda terminará con los predios agrícolas. El Mercurio, 16 de junio de 2008.
Con la expresa finalidad de conservar "el huerto" de Santiago que es capaz de abastecer de alimentos a buena parte de los 6 millones de habitantes de la Región Metropolitana, la ministra de Agricultura, Marigen Hornkohl, está sensiblemente atenta a la propuesta de cambio del radio urbano que podría acabar con 4 mil hectáreas de la mejor tierra de cultivo agrícola de la zona.
A través del cambio al Plano Regulador Metropolitano de Santiago (PRMS), la iniciativa del Ministerio de la Vivienda propone expandir la ciudad hacia el sur y poniente en casi 10 mil hectáreas, de las cuales 3.057 hectáreas son suelo agrícola del nivel 1 (1.204 ha) y 2 (1.853 ha), los de mayor calidad para la agricultura.
En entrevista con El Mercurio, estas son sus respuestas:
-El seremi de Vivienda habla sólo de 3 mil hectáreas de tierra agrícola.
"Tengo entendido que son casi 4 mil hectáreas".
-¿No coinciden las cifras?
"Justamente eso es lo que tenemos que aclarar en las instancias bilaterales en marcha: cuánto suelo agrícola exacto y de qué calidad".
-Como sea, el recorte a Agricultura será del 33% o 40%. No es menor.
"No es que le hagan un recorte a Agricultura. Es cómo las miradas de los distintos factores que están involucrados están presentes y se busca el común denominador y la mejor solución como Gobierno".
-¿Éste es un tema importante para usted?
"Quiero decir que Pedro de Valdivia fundó Santiago en las mejores tierras de Chile y es un tema no menor cuando estamos en un contexto mundial respecto de la creciente necesidad de abordar el tema alimentario con una mirada de futuro".
-¿Pero se justifica este ajuste de Vivienda al radio urbano?
"Es una mirada legítima y necesaria para la regulación del crecimiento de la ciudad. Pero el tema de la agricultura para Chile cobra una relevancia clave por la alimentación a la población, por la economía chilena y por el perfil exportador de nuestro país. Es un motor de desarrollo".
-¿Usted viene llegando de citas internacionales sobre ello?
"Mire, cambio climático, crisis alimentaria, conflicto energético y vaivenes financieros de los mercados son realidades del mundo de hoy. Y en esa perspectiva el país tiene que hacer sus miradas ante el crecimiento de la ciudad, pero a la vez en la productividad agrícola y ambiental de la región".
-Por lo tanto...
"Santiago tiene un huerto que está en la Región Metropolitana y que debe ser preservado. Y esa es una mirada que como ministra de Agricultura tengo que tener muy presente. Si la urbe tiene su propio huerto, entonces es capaz de superar en mejor forma situaciones como un paro de transportistas. Cuando ello ocurre se hace complicado transportar alimentos desde lugares lejanos a la ciudad".
-Es claro, entonces, que la mirada de Vivienda no coincide con la de su cartera.
"Es por eso que ya hemos tenido conversaciones con la ministra de Vivienda, Patricia Poblete, y entre los seremis de Vivienda y Agricultura. El tema se ha abordado y nosotros queremos hacer nuestro aporte, lo que incluye al señor intendente de Santiago".
-Entonces, Santiago no es sólo urbano, sino también cultura agrícola.
"Exacto. Hay familias en la región que viven del agro. De los 10 mil agricultores, 6.500 son medianos y pequeños. La Región Metropolitana es la mayor productora de hortalizas con el 25%, seguida de la VI con un 12%. En fruta y vino la Metropolitana es la tercera productora. La agricultura es futuro y desarrollo".
-¿Es el Plano Regulador Metropolitano la mejor vía para asegurar esto?
"Una forma de asegurar la productividad agrícola y el perfil exportador alimentario de Chile es a través de las ordenanzas que puedan emanar del proyecto de Ley de Planificación Urbana, hoy en trámite en el Senado. El Ministerio de Agricultura podrá velar por ello con atribuciones, lo que no ocurre hoy en día. Esa es una mirada más estable".
-La expansión de Santiago ha sido de facto, porque lo urbano absorbe lo agrícola, como ocurre en San Bernardo.
"Ese es el punto. Tenemos que buscar mecanismos para que ello no ocurra de forma espontánea o por presión".
-¿Ha recibido señales de la Sociedad Nacional de Agricultura o de organizaciones agropecuarias por el riesgo de perder 4 mil hectáreas?
"Por supuesto, tanto de gremios como de los propios agricultores. Están atentos a lo que ocurra. Han expresado su interés en la preservación de la mirada agrícola".
-¿Es interés o inquietud?
"Sin duda, me han expresado su inquietud y preocupación".

Un nuevo concepto de la seguridad

Chris Abbott*
¿De qué hablamos cuando hablamos de “seguridad”? La pregunta acerca de cuál puede ser el origen de las futuras amenazas que acechan nuestra seguridad se convirtió en un asunto de altísima tensión tras los atentados terroristas de Nueva York, Madrid y Londres. Esos espantosos acontecimientos están grabados a fuego en las conciencias de la gente, y parecen haber provocado también efectos profundos entre los líderes políticos. Algunos de ellos aún piensan que el terrorismo internacional, sobre todo el islámico, es una de las principales amenazas contra la seguridad internacional.Se trata de una deducción peligrosa que condujo a la llamada guerra contra el terror, que ha traído consigo tragedias y abusos: los presos de Guantánamo, las extradiciones extraordinarias, las víctimas civiles. Insistir en que el terrorismo internacional es la principal amenaza que acecha al mundo es un error. Los datos nos dicen que no es cierto. Probablemente, las amenazas más serias provienen de una serie de peligrosas tendencias sociales, económicas y ambientales que en la actualidad no se consideran como fuentes potenciales de inseguridad. Me refiero al cambio climático, la competencia por la obtención de recursos, la creciente marginalización del mundo mayoritario (países subdesarrollados) y la militarización global.
ANALIZO a fondo estas cuatro tendencias en Más allá del terror, el libro que he escrito en colaboración con otros dos expertos británicos en seguridad. Es cierto que hay otras amenazas, pero nosotros creemos que estas cuatro que acabo de mencionar son las que mayor potencial tienen de provocar pérdidas de vidas humanas a gran escala, y de una magnitud muy superior a las que podrían ser causadas por otras. Son las que con mayor probabilidad podrían encender la me— cha de la guerra o una desestabilización del actual equilibrio internacional.A plazo medio y largo, estas son las principales causas de preocupación desde el punto de vista de la seguridad. A corto plazo, en cambio, la más grave amenaza no es la del terrorismo considerado en sí mismo, sino nuestra respuesta al terrorismo. Porque la llamada guerra contra el terror se basa en una falsa premisa según la cual la utilización de la fuerza militar permitirá controlar la inseguridad resultante. Es un buen ejemplo de lo que nosotros llamamos el paradigma del control. Quienes proponen esta política creen que basta con mantener cerrada la tapadera para evitar que estalle la inseguridad. Esa es una política que hace agua por todos lados, y que impide a los políticos centrar su atención en la búsqueda de soluciones realistas y sostenibles ante las nuevas amenazas que acechan al mundo, entre las cuales el terrorismo en modo alguno puede considerarse la más grave.Nosotros proponemos una seguridad sostenible que ataque de raíz las causas de los problemas. Como resulta imposible controlar todas las amenazas, trabajemos por buscar soluciones que pongan remedio a sus causas. En otras palabras, no ataquemos los síntomas, curemos la enfermedad. Una respuesta sostenible exige una serie de cambios radicales: la reforma del comercio global; la de los sistemas de ayuda y socorro internacionales; un frenazo urgente de la economía generadora de CO ; un avance visible, valiente y sustancial que nos conduzca al desarme nuclear, y un cambio radical de la política de seguridad que desvíe los actuales presupuestos hacia gastos no militares.Como los recursos son limitados, los gobiernos deberían encontrar la manera más adecuada de hacer frente a las verdaderas amenazas contra la seguridad mundial. Cabe preguntarse entonces por qué se han centrado tantos esfuerzos en una sola, la del terrorismo internacional. En parte se debe a que los políticos no actúan para hacer frente al riesgo, sino a lo que perciben como tal. Y esa percepción del riesgo depende de una suma de aspectos psicológicos, emocionales, mediáticos y electoralistas.
LAS AMENAZAS, y lo que uno entiende como amenazas, varían según los países. Un senador norteamericano diría que la primera es el terrorismo internacional y los llamados estados canallas, como Irán; mientras que un ministro de Bangladés comenzaría por la amenaza del hambre o la de los desastres naturales. En todas partes los políticos sienten una mayor alarma ante las amenazas más espectaculares y más próximas, y una alarma mucho menor ante las que se producen en forma de un goteo lento, aunque constante, en países lejanos. Necesitamos que nuestros gobiernos comprendan que las actuales medidas de seguridad son a largo plazo ineficaces. Hace tiempo que es urgente pensar otra vez de qué hablamos cuando hablamos de seguridad. Y para que ese nuevo enfoque se produzca, hace falta que los gobernantes se sientan presionados por la ciudadanía. Es normal que los gobiernos sean miopes y se centren solo en los asuntos económicos y nacionales, pero el evidente fracaso de las actuales políticas de seguridad podría resultar una oportunidad inmejorable para provocar ese enorme cambio de mentalidad. Es responsabilidad de los ciudadanos conseguir que ese cambio se produzca.

*Miembro del Oxford Research Group y autor de Más allá del terror (Los Libros del Lince), en colaboración con Paul Rogers y John Sloboda.

Tomar la delantera por el clima

Tony Blair*
En los últimos años el debate sobre el cambio climático experimentó un profundo giro. El consenso científico sobre que la actividad humana provoca un calentamiento global se generalizó. Las consecuencias del cambio climático son devastadoras e ignorarlo es mucho más arriesgado en términos económicos que tomar medidas para detenerlo.
Cuando el precio del barril de petróleo supera los 130 dólares, hay motivos para actuar independientemente de la preocupación por la atmósfera. Reducir la dependencia del carbono también es de extrema importancia para nuestra seguridad futura. Hace mucho que pienso que la política energética está apenas un paso detrás de la defensa en términos de importancia estratégica para nuestra forma de vida.
En muchos países se está encarando seriamente el tema. Europa introdujo el Sistema de Intercambio de Emisiones, que ha empezado a lograr su reducción. Japón señaló que está abierto a que el tema sea un objetivo nacional. China ya impuso nuevas metas energéticas. India dará a conocer su primer plan nacional de acción climática en las próximas semanas. Israel anunció su apoyo a un proyecto que apunta a incorporar cien mil autos eléctricos para fines de 2010, para lo cual habrá estímulos impositivos que abaratarán dichos autos en relación con los autos que funcionan con nafta como primera medida hacia un completo pasaje a la electricidad.
El Grupo de los Ocho países industrializados abordará el tema del cambio climático en su reunión de julio. Al mismo tiempo, el presidente Bush celebrará la Reunión de Grandes Economías. Si bien tampoco es perfecto, el Mecanismo de Desarrollo Limpio estableció una base para canalizar los recursos con eficiencia a los efectos de financiar la reducción de emisiones en el mundo desarrollado.
Es evidente que muchos países y empresas están tomando conciencia de que, lejos de ir en detrimento de su economía, apresurarse a reducir las emisiones puede aumentar la productividad y darles una ventaja competitiva.

*Ex Primer Ministro Británico.

lunes, junio 02, 2008

Chile se Convertirá en Santuario de Ballenas

El Santuario Ballenero es una iniciativa de Conapach, el Centro de Conservación Cetácea y Ecoceanos, y cuenta con el apoyo de todas las ONGs que en marzo firmaron una carta publicada en La Tercera. Ahora, todos los esfuerzos de ONGs, pescadores, ministerios y parlamentarios de todos los sectores politicos se enfocan a cumplir con el mandato de la Presidenta.
Con una ovación unánime del Congreso Pleno fue recibido el histórico anuncio de la Presidenta de la Republica, Michelle Bachelet, que en su cuenta anual a la nación dijo hoy que enviara un proyecto de Ley al Parlamento para declarar a Chile territorio libre de caza de cetáceos.
Esta es la primera vez en la historia del país que un Gobernante se refiere en su discurso anual al tema de conservación de cetáceos. Esto fue calificado por pescadores artesanales y Ongs como “un triunfo de la ciudadanía organizada y de la pesca artesanal que han impulsado la creación de un Santuario de Ballenas en aguas chilenas”.
“Chile rechazará la captura y muerte de ballenas con fines científicos en la próxima Reunión de la Convención Ballenera Internacional. Además, enviaremos un proyecto de ley al Parlamento que declare a Chile ‘territorio libre’ de caza de cetáceos”, dijo la Presidenta.
Luego de esto, el Centro de Conservación Cetacea (CCC), Ecoceanos y la Confederación Nacional de Pescadores Artesanales (Conapach), gestores de la campaña “Chile 2008: Santuario de Ballenas”, valoraron que la Mandataria esté cumpliendo el compromiso contraído en la reunión sostenida el 08 de abril pasado en el palacio presidencial.
Reacción de ONGs y pescadores
Luego del anunció presidencial, las Ongs ambientalistas y de pescadores afirmaron que “la Presidenta ha ratificado este compromiso privilegiando la propuesta de Santuario para proteger ballenas por sobre otras iniciativas válidas, pero que no abarcaban todas las aguas nacionales o que tienen graves problemas de exclusión de sectores sociales o áreas geográficas”.
Cosme Caracciolo de la Conapach afirmó que “‘el anuncio de la presidenta Bachelet de establecer “un territorio libre de caza comercial y científica, es un Santuario Ballenero y va en el sentido de los intereses de los pescadores artesanales chilenos”.
“Hemos convivido por siglos con las ballenas en todas las aguas donde tenemos presencia. Conocemos los lugares donde están los mayores avistamientos, que es en amplias zonas de nuestro territorio marítimo, por lo que apoyamos la prohibición definitiva de la caza de ballenas”, afirmo el dirigente.
Por su parte Juan Carlos Cárdenas, médico veterinario y Director de Ecocéanos, señaló que “es un gran triunfo de la ciudadanía chilena y una potente señal internacional del país anfitrión antes del inicio de la reunión de la Comisión Ballenera Internacional. Esto demuestra lo efectivo del trabajo conjunto entre ambientalistas y pescadores artesanales lo que ha logrado obtener el respaldo del 97% de la población chilena para la demanda de crear un Santuario”.
En tanto Bárbara Galletti, presidenta de CCC dijo que “el anuncio de la presidenta Bachelet constituye un triunfo sobre la forma en que, como nación independiente y soberana, hemos decidido utilizar y conservar las poblaciones de cetáceos que habitan las aguas jurisdiccionales chilenas”.
Proceso de creación de un santuario
La campaña “Chile 2008: Santuario de Ballenas” tomó la propuesta de la Conapach y en octubre 2007 las organizaciones de pescadores y ambientalistas presentaron a la Comisión de Medio Ambiente del Senado esta iniciativa.
Luego, el 03 de diciembre de ese año, se entregó una carta a la Presidenta firmada por 100 organizaciones nacionales e internacionales, pidiendo la creación del Santuario. Y la Cámara de Diputados respaldó la iniciativa mediante un Proyecto de Acuerdo, mientras de la Armada de Chile, a través de la Directemar, daba su voto favorable a esta iniciativa.
En 2008, la mayoría de las ONGs ligadas al medio ambiente, se sumaron a esta propuesta y firmaron una carta de apoyo que se publicó en el diario La Tercera el 31 de marzo.
También ese mes se conocieron las inéditas cifras del apoyo ciudadano a esta campaña, luego que la empresa Adimarkl-Gfk y CCC -auspiciados por Global Ocean-, informaran que el 97% de la población chilena apoyaba la creación del Santuario.
En abril, CCC, Ecoceanos, Conapach y el Senador Juan Pablo Letelier se reunieron con la Presidenta Bachelet, en el Palacio de La Moneda, donde la Jefa de Estado instó a la Ministra de Medio Ambiente a darle máxima urgencia a la implementación de esta iniciativa.
Luego de esto, la Cancillería, a través del Director de Medio Ambiente y Antártica, embajador Cristian Maquieira, dijo que el Ministerio de exteriores daba el visto bueno a la creación del Santuario. Y el vicepresidente del Senado, Baldo Prokurica, ha asegurado que el trámite se hará expedito.
Fuente: Ecoceanos

La guerra del agua. Quienes posean agua podrían ser blanco de un saqueo forzado

“El agua brota como el mayor conflicto geopolítico del siglo XXI ya que se espera que en el año 2025, la demanda de este elemento (sic) tan necesario para la vida humana será un 56% superior que el suministro… y quienes posean agua podrían ser blanco de un saqueo forzado”. Si no ha escuchado frases como esta, vaya familiarizándose, porque las próximas guerras serán por el agua.
En Costa Rica paradójicamente la guerra por el agua comenzó en un lugar emblemáticamente pacífico, en Monteverde, donde un grupo empresarial con el absurdo pretexto que ocupaban agua para riego en una de las zonas de mayor precipitación del país, se empeñaron en entubar dos quebradas, pese al peligro que representaba para la Reserva donde varias especies como el sapo dorado han comenzado a extinguirse.
Los vecinos con sus cuerpos se interpusieron para impedir avance de la maquinaria. Luego lo que interpusieron fueron recursos legales como el Indubio pro-Natura. En ese momento la Defensoría fue muy débil y la complicidad de varias autoridades terminó en que los vecinos fueron intimidados al acusarlos de amotinamiento, un chantaje para que cedieran en la lucha. Debieron gastar millones en la defensa y muy pocas personas les apoyamos en su momento, aún así la resistencia se mantiene.
En el referéndum del TLC, el Tribunal Electoral dijo que el “SI” ganó numéricamente y se negó a tramitar graves denuncias contra el Presidente Oscar Arias y el Embajador Mark Langdale, protagonistas de un fraude y la obscena injerencia en asuntos internos. Lo cierto es que el 7 de octubre el país cambió para siempre.
Hoy quienes nos oponíamos al TLC no sólo hemos debido soportar la afrenta de un fraude, sino también un duelo ante la ruptura de la institucionalidad. Dirán los del “SI” que estamos con sangre en el ojo… ¡por supuesto! Y lejos de buscar la manera de armonizar y buscar una reconciliación, el gobierno sigue sembrando la cizaña que arteramente recomendó el todavía diputado Fernando Sánchez en su célebre memorando del miedo. Un Nóbel de la Paz declara cada día que pasa la guerra a su pueblo vía decretos y leyes que rompen la solidaridad, mientras la prensa emula la afonía presidencial y ligeramente divulgan la vulgaridad.
Cuando advertimos que dar trato de mercancía al agua en el TLC, permitiría que esta dejara de ser un derecho humano no exagerábamos aunque los defensores del Tratado se burlaron de nosotros. Poco tardó el gobierno de Arias en sacarse de la manga una ley de aguas modificada y empeorada donde en lugar de que el agua sea un derecho humano y un servicio público se transforma en un servicio al público sujeto a las leyes del mercado; la temida privatización sería un hecho si esa ley llega a pasar, porque más que una ley de aguas es la ley de la jungla para que “cada palo aguante su vela” propia del libre comercio que Arias impulsa con tanto entusiasmo en lugar de impulsar la solidaridad.
El conflicto de Sardinal no es el primero pero es muy importante porque está sirviendo de agente aglutinador del gran movimiento del NO, como detonante para socollonearnos ante tanto abuso, decreto y violación que se viene dando. Lorena de Santa Cruz, Barva de Heredia y muchos otros sitios están en la lista de lugares donde el conflicto también va a darse, con o sin antimotines la gente va a defenderse sin miedo. Lo que es inaceptable es que el gobierno militarice a la fuerza pública contra los derechos que tienen los ciudadanos de defender la vida misma.
Y es que una cosa es que una comunidad de menos de 10 mil habitantes se abastezca de agua de sus nacientes y otra muy diferente es que con tubos de medio metro, como es el caso de Sardinal, se pretenda satisfacer a más de 30 mil turistas, generando una demanda muy superior a las posibilidades del acuífero. Por eso la posición de un político como Ricardo Sancho, Presidente Ejecutivo de Acueductos y Alcantarillados que no es experto en la materia resulta ofensiva al decir que si Sardinal se queda sin agua, les podrá dotar con agua de otra parte. La pregunta que salta de inmediato es ¿por qué mejor no le dice eso a quienes quieren llevarse el agua y deja a Sardinal en paz? La propia auditoria de AyA reveló irregularidades graves e incongruencia en su actuación. La renuncia de Sancho debería haberse presentado ya, pero en el paraíso de la impunidad eso no pasa.
Si los proyectos turísticos costeros ocupan agua y no la tienen, ¿por qué no hacen como en muchos países del mundo donde ese tipo de proyectos cubren el costo de desalinizar agua de mar? Las tarifas que cobran se los permite con creces y quizás una mayor conciencia del costo que tiene cuidar el ambiente, evitaría que tiren aguas negras al mar como recientemente denunciaron que sucedía en Papagayo.
Si es perverso usar comida para alimentar carros, más perverso resulta sobreexplotar las nacientes de agua para satisfacer lujosos hoteles, piscinas y regar canchas de golf impidiendo a las personas saciar la sed y atender los cultivos que les dan de comer.

Ecologistas rechazan medidas del Gobierno para paliar alza del petróleo

"Que cada vez que la una persona compra un kilo de pan o cualquier otro producto de primera necesidad, le pague al Estado un 19% de impuesto y que éste le transfiera directamente parte de estos recursos a los dueños de camiones y a los automovilistas, nos parece verdaderamente indignante", afirmaron las entidades firmantes de una declaración pública.
Las organizaciones Acción Ecológica, Defendamos la Ciudad y la Red Ecológica de Chile, rechazaron este lunes los anuncios de la Presidenta Michelle Bachelet para paliar el alza internacional del petróleo, principalmente por la decisión de inyectar mil millones de dólares al Fondo de Estabilización de los Precios de los Combustibles (FEPC). A través de una declaación públicas dichas entidades expresaron que "lamentamos la medida dispuesta por la Presidenta y la entendemos motivada fundamentalmente por el temor ante las amenazas de un grupo de presión poderoso, como son los dueños de camiones, pero completamente contradictoria con objetivos de equidad social y sustentabilidad ambiental orientados al bien común del país". También señalan que se trata de una "flagrante injusticia" social, ya que estiman que consiste en "extraerle dinero al conjunto de la ciudadanía, incluso a los sectores más pobres, vía impuestos como el IVA, para subsidiar a los dueños de camiones y a los automovilistas". "Que cada vez que la una persona compra un kilo de pan o cualquier otro producto de primera necesidad, le pague al Estado un 19% de impuesto y que éste le transfiera directamente parte de estos recursos a los dueños de camiones y a los automovilistas, nos parece verdaderamente indignante", afirmaron. También consideran "indignante e inexplicable" que el Gobierno tome decisiones que benefician e incentiva en uso de vehículos motorizados, cuando al mismo tiempo existe "una preocupación mundial por el recalentamiento del planeta", además de "la grave contaminación que afecta a Santiago y a otras de nuestras principales ciudades". "En particular en el caso de Santiago, en estos últimos días hemos podido constatar el completo fracaso de las políticas de descontaminación de Santiago, llegándose a niveles que han rozado la emergencia ambiental, lo que significa que estamos retrocediendo a pasos agigantados hasta índices de toxicidad del aire propios de los años 80. Ello, pese a las promesas que nos efectuaran, entre otros la señora Bachelet cuando era ministra de Salud, de que el año 2005 se terminarían las preemergencias. En ese marco, utilizar recursos de todos los chilenos para subsidiar a los principales contaminadores, nos parece realmente inconcebible", argumenta la declaración. Finalmente las organizaciones que suscribieron la nota instaron al Ejecutivo a "poner en primer lugar la vida y la salud de la población y la sustentabilidad de las actividades del país". "Llamamos a no ceder ante el matonaje de grupos de presión que no son capaces de ver más allá de sus estrechos intereses. Reiteramos que a quien se debe proteger de las alzas de precios es a la población en su conjunto y no en exclusiva a los camioneros y a los automovilistas. Para ello el camino es la reducción del Impuesto al Valor Agregado y no los subsidios a quienes más daño causan", expresaron.