EL ALERCE Nº14Revista de Política y Actualidad Ecológica
Perra Vida
La matanza de perros vagabundos que habitaban los adoquines de la Plaza de la Constitución es el cobro de víctimas de ese lugar que nunca podrá acabar con sus muertos, frente a ella, las víctimas del Seguro Obrero aún penan junto con los del ’73.
Por qué siempre todo comienzo alentador de la democracia en Chile parte cobrándose víctimas inocentes. Acaso no es posible vivir felices y tranquilos sin cargar un muerto a cuestas.
La partida de estos animales no da como para reivindicaciones de los derechos de los animales (en los que creo, por cierto), ni mucho menos. Pero logra ponernos a pensar un rato en las formas en que enfrentamos la civilidad, el humanismo, la democracia. Somos merecedores acaso de tanta congratulación y medallas a nivel internacional. O será más bien que debiéramos trabajar más y hablar menos como dijo muy asertivamente la Presidenta Bachelet, para que no nos pille la prensa internacional dando palos de ciego viendo cómo hacemos para resolver el problema de la vejez, las miserables atenciones médicas o el infierno de estudiar sin dinero.
Nada de eso, seguimos paseándonos en el auto deportivo nuevo y haciendo las veces de cortesanos de un mundo cuyos hábitos no alcanzamos a comprender ni queremos adquirir, por pereza o torpeza, pero de los que aún nos hallamos lejos en el mapa geográfico y también en el cultural.
Mientras eso persista, seguiremos frotándonos las manos con los cargos a llenar, los autos a estrenar y escondiendo el polvo de nuestros muertos debajo de la alfombra, o a veces, bajo los adoquines de una funesta plaza.
La matanza de perros vagabundos que habitaban los adoquines de la Plaza de la Constitución es el cobro de víctimas de ese lugar que nunca podrá acabar con sus muertos, frente a ella, las víctimas del Seguro Obrero aún penan junto con los del ’73.
Por qué siempre todo comienzo alentador de la democracia en Chile parte cobrándose víctimas inocentes. Acaso no es posible vivir felices y tranquilos sin cargar un muerto a cuestas.
La partida de estos animales no da como para reivindicaciones de los derechos de los animales (en los que creo, por cierto), ni mucho menos. Pero logra ponernos a pensar un rato en las formas en que enfrentamos la civilidad, el humanismo, la democracia. Somos merecedores acaso de tanta congratulación y medallas a nivel internacional. O será más bien que debiéramos trabajar más y hablar menos como dijo muy asertivamente la Presidenta Bachelet, para que no nos pille la prensa internacional dando palos de ciego viendo cómo hacemos para resolver el problema de la vejez, las miserables atenciones médicas o el infierno de estudiar sin dinero.
Nada de eso, seguimos paseándonos en el auto deportivo nuevo y haciendo las veces de cortesanos de un mundo cuyos hábitos no alcanzamos a comprender ni queremos adquirir, por pereza o torpeza, pero de los que aún nos hallamos lejos en el mapa geográfico y también en el cultural.
Mientras eso persista, seguiremos frotándonos las manos con los cargos a llenar, los autos a estrenar y escondiendo el polvo de nuestros muertos debajo de la alfombra, o a veces, bajo los adoquines de una funesta plaza.
Néstor Morales / Director EL ALERCE
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