Uno podría decir que el panorama medioambiental en los medios ha decaído y que lentamente palabras como desarrollo sustentable, ecología y protección son temas para guardar y archivar. Claro, los desastres han sido menos bullados que los aparecidos durante los meses precedentes. Uno podría decir todo esto en público, y hasta a veces pensar que se tiene razón. Pero la cuestión ecológica no se trata precisamente de solamente novedades desastrosas alrededor del globo o en nuestro país. No trata sólo de la explotación desalmada de recursos, contaminación y daño irreversible en muchos ecosistemas y cuencas ecológicas de nuestro país, fallas en los sistemas energéticos que sólo generan desempleo, pobreza, gasto innecesario y polución, cuestiones de las que son víctimas directas aproximadamente la mitad de la población mundial la que constituimos los jóvenes y niños.
Pero no. El tema ecológico cada vez más va teniendo repercusión en la vida diaria, en la conversación de la cena o el almuerzo, lo comentan los taxistas y también en clases en los liceos y colegios. Para unos, se trata de la última moda política, para otros, el punto de partida de una revolución de superactivistas. Y podrían tener razón, pero pienso que la cuestión es un poco más mesurada y más profunda que lo que aparece o desaparece con la misma rapidez en los noticiarios de las nueve. Para quienes trabajamos en los temas ecológicos, comenzamos a darnos cuenta del efecto que han causado las buenas políticas de la sociedad civil, de lo central que se va volviendo vivir en un medioambiente limpio, en un país que protege sus recursos naturales poruqe ha venido aprendiendo que de ellos se puede vivir en el futuro pero, principalmente, poruqe los seres humanos comienzan una caminata larga al tiempo que necesaria para superar el humanismo o profundizarlo y poner el acento en lo ecológico, como motor de la vida cotidiana y también global. Todos ellos, siento, tienen razón.
Pero no. El tema ecológico cada vez más va teniendo repercusión en la vida diaria, en la conversación de la cena o el almuerzo, lo comentan los taxistas y también en clases en los liceos y colegios. Para unos, se trata de la última moda política, para otros, el punto de partida de una revolución de superactivistas. Y podrían tener razón, pero pienso que la cuestión es un poco más mesurada y más profunda que lo que aparece o desaparece con la misma rapidez en los noticiarios de las nueve. Para quienes trabajamos en los temas ecológicos, comenzamos a darnos cuenta del efecto que han causado las buenas políticas de la sociedad civil, de lo central que se va volviendo vivir en un medioambiente limpio, en un país que protege sus recursos naturales poruqe ha venido aprendiendo que de ellos se puede vivir en el futuro pero, principalmente, poruqe los seres humanos comienzan una caminata larga al tiempo que necesaria para superar el humanismo o profundizarlo y poner el acento en lo ecológico, como motor de la vida cotidiana y también global. Todos ellos, siento, tienen razón.
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